La llamada. 25 de abril de 2016

Eran las 9,15h del 25 de abril de 2016. Esperábamos  una llamada pero llevábamos haciéndolo más de un mes así que yo ya no pasaba las horas muertas mirando el teléfono y comprobando que tuviera cobertura. Aunque parezca mentira nos habíamos acostumbrado a que transcurrieran los días y que no nos llamaran así que el nivel de estrés había bajado considerablemente en comparación con la primera semana de estar en la “pole position”.

Vuelvo a las 9,15h. Suena “Marta tiene un marcapasos”, la melodía que había decidido que sería la que me indicara que nuestro momento había llegado. Elegí esa canción porque el inicio (tatatatatatatatatataaaaa) me encanta. Fuerte, rápido, el preludio de que algo importante va a pasar. A mí me encantaban los Hombres G y ahora me gusta escucharlos y pensar en aquella época. Y vuelvo… y suena la voz, ya conocida, de la técnico que ha llevado nuestro expediente en el IMMF. Nos saludamos educadamente, ella me pregunta qué tal… y yo nerviosa y sin creérmelo le apuro para que me diga que sí, que tenemos un ofrecimiento esperándonos en Gran Vía, 42.

Por supuesto no pregunté ni sexo, ni edad…nada!! Lo importante es que estaba allí y estaba deseando colgar y llamar a Paco. Las lágrimas no me dejaron explicarle nada pero no hizo falta. Con saber la hora a la que nos veríamos en Gran Vía 42 era suficiente… 10,30h.

No se me olvidarán nunca las caras de las personas que pasaban por la salita de espera de la tercera planta y nos miraban con ilusión y discreción al mismo tiempo. Creo que todos sabían a lo que íbamos. Estoy segura de que de verdad se alegran de días como aquel 25 de abril, de ver a una pareja nerviosa que espera su momento y que van a pasar las siguientes 24 horas más emocionantes de su vida.

Tampoco se me olvidan las de nuestros padres. La alegría compartida vale por dos y en este caso por mucho más que seis. ¿Cómo 2.400 gramos pueden hacer felices a tantas personas en tan poco tiempo? Ellos nos han acompañado estos años de espera, han pasado por nuestros estudios, nos han visto recopilar documentación, asumir noticias no tan buenas… y ahora de pronto está ahí. Lola ya estaba en los sueños de más de uno, tal y como es. Ya Javi casi sabía que sería tío de una niña y así tras una melodía pasada de moda se había convertido en realidad.

Lectura del expediente, lágrimas de emoción, manos unidas sujetándonos el uno al otro.

Tiempo, por favor.

“Un momento, necesito que pares de leer porque no soy capaz de asimilar todo lo que me cuentas. Solo sé  que estoy conociendo a mi hija y sé que la quiero con locura, y no me hace falta ni una foto para saber que es justo ella, y no otra,  la que va a completar nuestra familia . Perdona,  ¿cuántas semanas de gestación son las habituales? Ahí estaba nuestra pizca ”. Me había quedado en blanco.

La tarde fue sucediendo entre llamadas, felicitaciones, rememorar las palabras, los datos, más risas, más lágrimas, compras de última hora…

¿Qué se compra esa tarde?

  • La ropa que Lola iba a llevar al día siguiente, cuando nos la entregaran. La ropa más bonita que va a tener nunca, la que mejor le va a quedar – aunque le sobrara tela por todas partes y tuviéramos que remangar – y la que no se me olvidará jamás.
  • Leche en polvo (no sabíamos que marca y nos dejamos aconsejar por la farmaceútica)
  • Pañales de su talla
  • Toallitas
  • Biberones
2016-04-25 16.05.15

La ropa de Lola ya está preparada! 

Luego surgen miles de cosas, pero no pasa nada porque el resto de la semana, incluidos los domingos, abren la mayoría de las tiendas.

(Tres meses he tardado en encontrar las palabras para recordar aquella mañana, precisamente la que nunca se me va de la cabeza)

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